Todos los que me han querido
han muerto ya,
flores en el firmamento.
Brilla el silencio en el sepulcro,
plegarias en lágrimas
los lirios no se esconden
en el esplendor de una agonía.
Quiero que me quieran,
que mi pecho disuelva
los recuerdos metafóricos
de ese amor incondicional.
Alas extendidas
tu mirada y los años,
dulces melodías.
Corre y juega
tu rostro anunciaba
cada mañana que amanecía.
Tus anécdotas risueñas,
los anhelos nunca fueron
un páramo en el fin de una vida….
Esconderte de mí,
en los grilletes de una mirada
que juzga a la gente.
En la voz acusando,
en los caminos asomándose
a un delirio de espanto.
Esconderte de mí
en el silencio de las puertas invisibles,
en el amor de un olvido.
Esconderte de mí
sin los abrazos
de una confusión de amor.
Aquí estaré
en las estrellas que observamos,
en el gorrión que no ha sido fusilado.
En el auxilio de la certeza
en el fulgor de un relámpago,
ese que galopa
en cada gota remota.
Ahí estaré
en el atardecer de siempre,
en los sueños nocturnos
que huyen de las enfermedades.
En la golondrina que regresa
ilusionada por las lluvias
en su nido en el rincón más alto.
En las espigas de una primavera,
en el jazmín cariñoso
de un crepúsculo llorando en el manantial.
Huye de mí
noche que duerme férrea.
Estaré esperando despierto
mi final es más que una sílaba traviesa,
todavía no me toca salir silbando.
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Nocturno,
excusa final de la noche,
adormece a la oscuridad con el corazón.
Tanta insolencia en el aire.
Aquí estoy
cerrando los ojos,
amante de la alegría.
Parpadeando los universos,
saltando murallas.
La noche sangra despacio,
consumiendo a todo galope
los tiempos de la esperanza.
Que importa.
Lo que ha sido alguna vez,
vuelve triste
por los necios momentos que fueron.
Respira,
los escombros tienen
quién los defienda.
Nunca olvides que sin voz
la pared solo escucha.
Nocturno,
anochecen los pensamientos
con cada estrella que sabe a ti.
Señales de una balada
que cantan los pájaros,
solo las palabras saben existir en el ocaso.
Las palabras a veces
son lágrimas que quisieron llorar
y no pudieron.
Por eso las arropo
y no las aplasto,
los milagros del mundo.
Miguel Adame Vázquez
Déjame esconderme,
huir de ti.
Déjame buscar la esencia perfecta
de la loca ausencia,
salpicar el vacío con lo invisible.
Déjame ir
afuera es imperfecto.
La esencia nunca se pierde
solo olvida.
Olvídame,
el tiempo es insuficiente.
Ojos que saben
observan y engañan lo que no ven.
La mente nunca lo olvida.
Recuerdos momentáneos,
el silencio también trasciende.
Transcurre el amor.
Maquinista.
Esperar hasta el final del camino, no puedo, necesito ahora ese último respiro. Quisiera cerrar los ojos y dormir hasta que la vida sea...
