jueves, 31 de diciembre de 2020

El año que cambió muestras vidas

 



Morir cuesta una vida

cada célula,

el universo lo reconoce.


Viviré,

es lo mejor

que sé hacer.


Luciérnaga amorosa

líneas azules palpitando,

volteando el rostro hacia el cielo.


Respuestas,

están dentro de mí

escapando del velatorio de cenizas.


Es otro año

el agua sabe igual que ayer,

quizá un poco más fría.


Matorrales resecos

por la ventisca,

sembraré un tulipán con tanto frío.


Me queda el entusiasmo

la cama ortopédica,

el tequila para el dolor de huesos.


Amanece

no me arrepiento de nada,

mi voz es mía y solo mía.


Abriré los ojos

buscando los cráteres a la luna,

no importa que ya no vea ninguno.


Noches felices

alucinantes,

inconfesables.


Morir cuesta una vida,

vivo intensamente

a cada rato.


Con eso me quedo,

con el frío haciendo vapor

en la ventana.


Con el gato chupando el vidrio,

quiere ver

cómo amanece la aurora enamorada.


Es otro año

más viejo que ayer,

amanece el alba dibujando su amor.


El año que cambió 

nuestras vidas.





miércoles, 30 de diciembre de 2020

Ven conmigo

 


Ven conmigo

con cada herida

de mil batallas.


Frágil es el mundo

en su deshielo,

grita el dolor

hasta su alarido supremo.


Ven conmigo

juntaremos el frío,

sin la tristeza 

de la sombra oscura.


Respira,

la belleza reposa

en su infinita forma

inconmensurable y loca.


Sonríe

tienes la cura,

tesitura de un poema imaginario

que nunca es poca cosa.


Que la espuma acaricia las olas

que el futuro no agobie,

la noche es sólo noche

sueños sin ningún reproche.


Que la mirada triste

no sea tu nombre,

que la acuarela de la vida

no controle los bellos colores.


Ven conmigo,

llenaremos el principio

de equilibrio.


La agonía 

es una quimera,

que el frío

no termine las palabras.


No tengas miedo

yo te creo,

tienes el poder

de convertir espinas

en hermosas rosas.


Ven conmigo

con cada herida de mil batallas,

les pondremos amor 

en su mirada.


martes, 29 de diciembre de 2020

La última Luna.

 



La última Luna

la más grande,

fría,

cómo una hora desierta.


Luna inestable

la del recuerdo,

fulgor de media noche

en el sobresalto.


La última Luna

trasparente,

girasol enloquecido

por el esfuerzo de no ser triste.


Luna invalida,

pérdida

inmóvil que suspira,

la del poeta.


La última Luna

la libre

la del no retorno,

la que se ama de veras.


Luna hambrienta de amor

inmensa,

humilde, heroica

infatigable.


Luna de acero

raída por recuerdos,

recién nacida

poderosa.


La última Luna

cotidiana en su existencia,

impregnada de luz

en el cataclismo del amor.


Luna del silencio

asustada,

deletreando el universo,

resiliente.


La última Luna

reloj de arena,

amada, curada

inmensurable.


Luna existente,

la más creyente

la que sueña,

la que será feliz.


La luna es para siempre.


El último cometa




 El último cometa

impetuoso,

frío, 

huyendo.


La vida se evapora,

esencia,

como un rumor

que se asoma triste.


Camino hacia el deshielo

de pie,

hacia la estrella que amo.


Iluminando campos desiertos

despiertos,

cada día en el horizonte

de un crepúsculo.


Voces sin eco,

el porvenir se olvida

de la miseria humana.


Jamás olvidaré el amor

delirio,

el cielo está vacío

sin tus caricias.


El último cometa

triste viento,

ya no existe el telégrafo.


Que la tierra te perdone

cuando tiembla,

profunda paz

es tiempo de guardar silencio.






lunes, 28 de diciembre de 2020

Al otro lado del poema

 


Al otro lado de este poema

está el poeta,
el que ríe y llora en un verso,
el que no duerme
porque cree que es leyenda.

El que ama y grita
desafiando a la muerte,
que piensa en el cosmos
cómo si fuera a tenerse.

El que existe porque existen otros,
que su alfabeto está roto
por un verso converso.

Del otro lado
está la hoja que le gusta la pólvora,
que dedica el prólogo
a un epílogo que le sabe a maestro.

Que ha desviado un epigrama
en el códice de tus antepasados,
que se sabe romántico
porque su lenguaje es dulce.

Que a punta de sueños
aquí se encuentra,
en el cementerio estéril
de un desencuentro.

Del otro lado del poema
está el poeta,
se llama Alejandro
para mí es lo que cuenta.

Él Mute.

domingo, 27 de diciembre de 2020

Amando el sol cada mañana

 


Los mudos

ausentes,

coleccionistas interminables.


Palabras escasas

solitarias,

fúnebres.


Hijos del silencio

hundidos,

acostumbrados.


Anhelo no olvidarme,

nadie extraña

versos gratuitos.


El domingo sabe 

a un año que se agota,

silbidos en un teatro vacío.


Memoria a la deriva

son estos tiempos,

vacíos, doliendo en diciembre.


Quien escribe augurios,

vida sin tiempo

el invierno y su hojarasca.


El ataúd del otro,

la poesía es un funeral olvidado

aboliendo el cansancio.


Zumba enero,

es posible

que la conciencia cuente historias.


Tengo miedo

de quedarme con un manojo de violetas,

amor sin mirada de fondo.

.

Lágrimas inmerecidas

que jamás perdimos,

la noche sabe tus sueños.


Suena la noche

es su fragancia

rosa amada, no supe olerte.


El frío se esconde

en una pregunta

sin respuesta.


En una voz 

con  los labios

partidos.


Con qué palabras

voy a todas partes,

arrullando mi soledad.


Tal vez mañana

no estará nadie,

tal vez estaré yo.


Juntando historias

del abecedario,

amando el sol cada mañana.


sábado, 26 de diciembre de 2020

Que la noche cuide tus sueños.



 Cuánto te quiero,

ojos vencidos

sin pensamientos.


Cómo un poema perdido,

prisionero de la guerra

nunca más esclavo de sí mismo.


Sé cuánto te esfuerzas,

presa de un pasado

pausando en silencio.


Lágrimas del universo

duelen,

nunca la mañana será la misma.


Cuesta amanecer

prefieres estar dormida,

ahí estás segura.


No encojas los hombros

buscando aceptarte,

tus miedos son una soledad bandida.


Te amo con tu hermosura

no tiene la culpa,

a ti te toca también amarte.


Deja la ausencia en el calabozo,

perdóname por no sujetar

la luna vacía.


La derrota es impaciente

siempre vacante,

siempre anónima.


Estaré contigo,

arrebatando poesías

al universo.


Nunca es demasiado imposible

querer es seguir queriendo,

sembrando estrellas en el firmamento.


Respira profundo

suspira,

que la noche cuide tus sueños.


viernes, 25 de diciembre de 2020

Sonríe

 



Sonríe

la sonrisa es inmortal,

las playas, el aire.


La rosa crece sin agua

silvestre,

el frío en su matorral.


Descansa,

pronto es demasiado pronto

no te asustes

el viento esta hecho de flores.


Aromas silvestres,

los pájaros estan tristes

extrañan las migajas de pan.


Sonríe

el sol derrocha clemencia,

no hay prisa

es el silencio que se hace oscuro.


Deja que tu esencia

vuelva conmigo,

furtiva

mordiendo las palabras.


Respira,

que la ausencia

nunca habla lo mismo.


Despacio,

el miedo es un cáncer

demasiado indigesto.


Canta las viejas canciones

esas que viven sin riesgo,

sin miedo de un ataúd.


Sonríe,

el duelo es un quebranto

muy solitario.


Ya no cuentes los muertos,

los vivos olvidan,

la ceniza no arde

a dónde tú vas.   


Nada nos pertenece



 Nada nos pertenece

la última mirada,

el delirio que llaman fastidio.


La soledad de un cuerpo extraño

la palabra  inolvidable,

el cuadro de Monet

el alba que florece en sus saúcos.


Nada nos pertenece,

el silencio que sangra

con cada palabra.


La tormenta eterna

de un profundo lamento,

el bosque desierto

las golondrinas volando 

en cielo abierto.


El recuerdo que atardece

en la vejez de un solo tiempo,

la noche que perdió el encanto

entonando el canto enamorado.


Nada nos pertenece,

la vida misma

en un vocablo estático.


El inhóspito lenguaje

de un atardecer sin mentiras,

la luz suspendida

en una fragancia oscura.


El sonido del mar

en un recuerdo pasado,

los olivos altos

desafiando a la nieve.


Nada nos pertenece

el amor inefable,

fugaz en la penumbra

impostergable.


Los sueños fieles

de un pensamiento

a la deriva.


El río ajeno

que dejaste en la partida,

el fervor colmado

de verdades y caricias.


Nada nos pertenece.


Al final confundimos el arrebato

con los años que se fugan,

deformando un arcoíris 

deambulante y a la deriva.


Nada tenemos,

sé feliz con lo prestado

el amor se confunde con apego,

solo Dios escucha lo que pasa 

en cada ruego que le lanzas.


Nada nos pertenece

todo lo tenemos bien prestado.



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Vivir para siempre

  A ninguna parte, nunca tuve tiempo para que las lágrimas llenaran el cielo. Confieso que se fue la vida en una pincelada de gaviotas y cie...

Muchas gracias.

Queridos y apreciados lectores:

Solo tengo más que agradecimiento para cada uno de ustedes que se han tomado unos minutos de su valioso tiempo, para leer mis poemas.

Gracias al Internet, a la gran nube, he podido llegar relativamente a todos los rincones de la tierra, a toda hora y en todo momento solo con una conexión a Internet.

Me llena de satisfacción saber que muchos de ustedes son de países tan lejanos.

Espero poder seguir compartiendo en un futuro, más y más de mis poemas y tenga el honor de ser leído en su corazón.

Gracias eternas.

Su amigo.

Miguel Adame Vázquez.

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