momentos mortales de agonía delirante
corazones inconscientes que duermen con el sueño de la muerte
Quién soy yo para juzgarte
si solo tengo una ternura
como anhelo alucinante,
artificio de una herida sin expiación.
Te di mi amor con todo su encanto
te ame hasta la misma gloria en el tormento amargo
condenado a ser infeliz
en el lecho de los muertos olvidados.
Con la esperanza brotando pero incierta
ante el llanto y el quebranto,
así te amé con mi infame piedad en un velo terminante
destinado a tener que sufrir siempre en desgracia por ti.
Con el sentimiento hasta el mismísimo rincón del último odio
corazón roto amando,
con los sueños errantes y sin rumbo
encontrando solo las flores del sepulcro errado.
Te creí verdadera con tu soberbia delirante
arranqué mi calma del placer negado
contemple tus labios de lujo en hermosura
Perdí la memoria en un retiro anunciado
huyendo a toda prisa de un te quiero simulado
fui rehén del poderío de un cariño ciego
que nunca olvidó el abismo negro en donde quedé abandonado.
Lo que amé fue un rumor que presagia la ruina a mi memoria
profundo silencio de un olvido ganado
Poesía
Miguel Adame Vázquez.
El mute