¿Qué somos nosotros?

 

¿Qué somos nosotros?

horizontes que se hacen viejos,

que no pierden el ánimo

porque son más que silencio.

Sabio fue paralizar el tiempo,

con las noches intentando

borrar las mentiras de cada momento.

Ignorando a la derrota de su muerte,

confundiendo el destino

con una paradoja 

tan solo más sonriente.

Burlando realidades

que sueñan con ser

el final de la novela,

su propia historia.

Cansando de tanto realismo,

de un futuro que no obedece

y se olvida que debe de quererte.

¿Qué somos nosotros?

tan solo un par de necedades

que surcan el firmamento,

pequeñas motitas de polvo

que dan alergia al destiempo.

Y ahí,

estornudando con cada esperanza

voy cursi amándote,

con covid o sin covid siempre se ama

no olvides,

amé primero.

Esa es la propia paradoja del tiempo.

Maquinista Amoroso.

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Pronto llegará el invierno

 

Pronto llegará el invierno,

tendremos que encerrarnos 

en aquella infancia,

donde el fuego es tardío 

y la esperanza una cobija 

llena de almohadas.

Ahí estaremos nosotros

estarán las palomas 

y el viejo techo,

soportando el frío 

tal vez por no querernos.

Aún así, 

dice el internet  que cuando camine 

no vea hacía el suelo,

es mejor mirar hacia arriba 

sonreír de lleno a la vida.

En el invierno

no será incómodo sentir,

el paso del tiempo a veces es lo mismo

cuando se entumece el cuerpo 

y falta el suspiro.

Hoy sé que con el frío de la primera noche

llegará la dificultad de mis vicios 

al respirar,

dolerán las historias

el futuro que es 

una anécdota sobreviviente.

Que importa,

con el invierno la vida es una excusa 

para sentir la soledad,

un abrazo que no ha dejado el covid.

Son tiempos difíciles

tercos cómo la soberbia de una derrota,

aún así la vida no se equivoca

y sigo eternamente enamorado,

el remedio es amar casi cualquier cosa.

Que envejezcan los suspiros

es hermoso el impulso del amor,

el mundo necesita la esperanza 

de una poesía barata.

Esa que recoja los vacíos de la carne

esa que ame el brillo de tus ojos,

el abrigo del mar 

donde nace la marea y el sol.

Pronto llegará el invierno

y seremos humanos

seremos la gran cosa.

Maquinista.

Huir de mí

 

Quiero huir de ti

en el alba,

en el engaño de un bosque

que extraña a la montaña.

Quiero huir de ti

que Dios me perdone,

el salitre con agua 

carcome cada una de mis palabras.

El duelo está herido

lo sabes,

se pasa quejándose

con el silencio que nos alcanza.

Quiero huir de ti

cuando la sonrisa es incierta

y todo es ausente,

cuanto la vida se acaba.

Quiero huir de ti

una y otra vez, 

hasta que el rocío de las estrellas 

se esconda de ti.

Has quebrado al viejo olmo

con tus hojas de octubre,

solo cantan las penas 

que quieren quedarse

en la soledad de una mirada.

Quiero huir de ti

aprendiendo del tiempo y su poesía,

preguntando a la distancia

como escaparse.

Asumiendo errores,

tocando tus manos tibias llenas de huellas 

que ya no saben amarse.

Quiero huir de ti

dejar de sentir los minutos

ya nos corrompen.

El mundo tiene tantas voces

que flotan las preguntas,

han perdido el crepúsculo.

Siento la quietud

de un amor desconocido,

horizonte que hace venir

una puesta de sol

al cruzarse conmigo.

Quiero huir de ti,

no he venido a buscarte

incurable idilio,

acuérdate de mí.

Soy aquel que no se cansa de mirarte.

El Mute.

 

Mi tiempo

 

Mi tiempo no tiene invierno

porque soy un viajero

que no lleva provisiones,

solo vive de amor.

Soy libre en mi soledad 

acompañado sin prisa,

sin sombras y heridas.

Quiero vivir admirando 

la flor envejecida,

con los recuerdos descontando

a las horas inciertas.

Huyendo de la enfermedad

de un verano más pobre,

aprendiendo a vivir en el otoño

llegando al invierno 

con la hermosa existencia.

Censuró al dolor 

y un beso triste,

deteniendo el odio en la insistencia 

de una mirada que obliga.

Jamás seré sin nadie,

tocaremos el mar del mismo modo

que lo hicimos 

cuando teníamos veintiún años.

Nosotros seremos

como una colina en la tarde 

después de octubre,

un apego periódico 

que hace costumbre 

el amor sin detenerse.

Que los tiranos sean mortales

y nosotros un niño 

que mira la tarde,

sin sueños perdidos

sin la lluvia que desvanece 

la esperanza.

No duele envejecer,

lo difícil es comprender

que lo que se ama también envejece.

Sigamos soñando con ser inmortales,

juntando palabras

sin pedirles permiso.

Asumiendo el amor

que nos pertenece,

que me pertenece.

Mi tiempo no tiene

horario de partida,

vive de amor.

Mute.

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Treinta años

 

No hay bosques en el mundo

bajo el brillo de un amor

que no se defiende del relámpago.

Solo la mirada

puede trasformar el silencio,

girasoles que han sido testigos

de nuestro amor en treinta años.

Se dice fácil,

el tiempo nos dice

que no existe atardecer

más agradable que vivirlo contigo.

Eso es tema de orgullo,

ese es nuestro triunfo y nuestro amor.

Hemos sobrevivido juntos

ante las tempestades y la ruina,

y siempre fue nuestro amor

que nos salvó la vida.

Dónde está el amor ahí estuvimos,

ahí estaremos

seguiremos siendo 

dos amantes y dos amigos.

Quizás más sabios

quizás más viejos,

con los mismos sueños adolescentes,

con la virtud de tener a DIOS..

Lo que yo quería

lo he conseguido contigo.

No hace falta la distancia

para atraernos,

pues somos uno,

siempre hemos sido uno.

El cielo abierto se deslumbra

ante la mirada y tú música,

siempre ha sido así,

siempre será así.

Te escribo libre de trampas,

con la misión de un poeta

y su pluma.

Amarte,

amarte tanto en tantos poemas

Somos nosotros,

siempre hemos sido nosotros

los que sostenemos al mundo.

El mundo es perfecto en su equilibrio,

esplendoroso  es su camino

cuando sigue contigo.

Cómo no te voy a amar

si eres un rayo de sol en primavera

Mi primavera.

Volveré al atardecer es un lazo irrompible

treinta años siempre ha sido así,

con tu mando apretando el universo.

Cómo no amarte a ti

JULIETA,

si los dos nos hemos amado

por tanto tiempo.

Solo han sido

treinta años.

Miguel Adame Vázquez.

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El amoroso

 

Nunca desistas

vamos a pensarlo,

cuando la noche es nítida

la tristeza se detiene con el amor.

 

Solo insiste,

sin la presunción

de haber encontrado el paraíso.

Estrecha mi mano,

c

ómo si fuésemos a vivir para siempre.

Sin las orillas de una realidad distante

sin un gesto improbable,

sin la mirada que otra vez 

está intentando el milagro.

Mi voz siempre será una marea lenta

ante la penuria que desciende del fondo.

Nunca dudes del cielo,

la nostalgia de unos sueños

no saben lo que es el silencio.

Siempre seré para ti

el amoroso,

el de un jardín de sílice

el del tiempo sin demora.

Él que junta estrellas 

para que nunca te pierdas.

El que siembra pastos verdes

con cada palabra,

el que nunca se despide con luto.

El Amoroso.

El amor es un acto solitario.

 

El recuerdo gime en un espejismo,

mi piel oculta el tiempo

olvidando el pasado

de su propia historia.

El frío se hunde

en la espesura de una memoria

que recuerda sus triunfos

y olvida la letanía

de una palabra violenta.

A mi tacto le han arrebatado

su calor nocturno,

no arrodillo a la esperanza

siempre la luz reconoce al sol.

La noche es abstracta

en la sequía de un amor,

las flores silvestres florecen

sin el cuidado de nadie.

El amor es una victoria solitaria

su eco se comparte,

tus ojos son dos lunas disueltas.

El amoroso.