Me he comprado una bolsita de silencio, fue una bolsa pequeña pues el precio del silencio no es nada barato. Cuesta tiempo, tal vez un poco de noche, un poco de sueño quizá, unos minutos de vida, de eso sí estoy totalmente seguro.
Tal vez me digas que el silencio no se vende, menos en unas bolsitas de plástico que contaminan el océano que todavía queda. No lo compré en bolsa de plástico, lo compré en una bolsa de papel, esa que nadie la envidia por su sencillez y color quemado. Aunque el punto tal vez me digas que basta con guardar silencio y todo estará listo. Que me han timado al venderme el silencio, que es muy barato tal vez regalado.
Compré ese silencio, porque es un silencio especial, en él solo hay pocas cosas que me hacen brincar con fuerza, como el big bang de ese reloj antiguo que cambie, reloj que pagó su precio con un montón de cosas que el tiempo se había encargado de darles su propósito de vida y que ahora son un lastre muy pesado para seguirlos cargando.
En ese silencio que compré, también quedó el sonido de una pequeña ave que vuela en la noche implorando ser solo eso, ser ave. Quisiera saber a dónde vuela, si persigue a sus sueños o simplemente hace eso,vuela hasta perderse en el silencio de su propio ruido ausente. Qué decir del ladrar de mi perra, fielmente ella piensa que con eso el ratero se aleja, por lo menos creo que ahuyenta a esos otros silencios que se cuelan coquetos por ese, mi silencio que tanto cuesta.
A veces el otro silencio, el que no se compra, hace doler con un sesgo la cabeza, ese silencio marchita y borra poco a poco las ideas más buenas.
Ese silencio vuela con el ruido de un viento que al instante se pierde porque siente que nunca llega.
Me quedaré por un instante disfrutando el silencio ese que tanto cuesta, no lo había conseguido antes, tan solo lo veía con recelo por ahí pasando de largo, era como ese tiempo que vuela y no se deja por ningún motivo sujetar por nada ni nadie.
Tengo que decir que no nací con ese silencio que deseo tanto, admiro a quien lo tiene sin ningún miedo presente o ansiedad de dejarte oxidado, tal vez no sabe que tiene un tesoro, o tal vez sí lo sabe y es por eso que voltea su rostro y simplemente sonríe como si nada hubiera pasado.
Compremos otro poco de ese silencio guardado, qué más da, el silencio no es después de todo nada barato.
