A veces

A veces 

el equilibrio tiene miedo

y sale el cáncer.

La luz cambia hacia la muerte,

con el tiempo irreductible

que sobrevive a su propia paradoja.

A veces

a la vida se le acaban las promesas.

El tumor florece

tímido, sordo.

No te preocupes,

el laberinto se desvanece

dando vueltas a su propia memoria.

Se olvidará de ti, 

estoy seguro, será suficiente.

El silencio tendrá que irse hablándote.

Intacta es tu sonrisa,

ella seguirá gravitando

en el último rescoldo de un poema.

Ese que ronronea como un gato.

A veces 

solo a veces,

en la eternidad no pensamos.

Que florezca el amor en matorrales

silvestres y dulces,

invisibles al ojo humano.

Es la esperanza,

a veces,

solo a veces.

A la memoria de Noemí.

Maquinista Mute.

Vivir es un acto amoroso

 

Vivir es un acto amoroso

perfecto,

aún así tengo que narrar 

la condición que desgasta 

el corazón humano.

Los contrarios,

la mitad perdida,

vivir el presente amado,

todo es lindo en movimiento.

Vivir siempre será 

una premisa exquisita,

una promesa soberana,

caminar tranquilo a mitad del cielo.

El bosque se desvanece,

la felicidad es un viento súbito

que apaga el incendio 

de un volcán en erupción.

Vivir es maravilloso,

los pájaros,

los sueños,

tus labios frondosos.

Ojos de una mirada de agua

tengo sed de tu pensamiento,

bosque que termina en un río

tan caudaloso.

Vivir destroza

cuando cruzas a tientas,

instante y la tormenta

y unas cuantas razones.

El sol está maduro,

calienta innumerable,

envuelve y desarraiga

el vértigo ineficiente.

Camina despacio,

los horrores se acumulan 

en un instante que abisma

siempre amenazado.

Frutos del tiempo

silenciosos,

desvanece a otro instante

probando lo que es la vida.

Sediento del fulgor de una poesía,

sin las heridas que se repiten obstinadas 

en la transparencia de una muerte 

que es verdadera.

Vivir cómo hace mil años

con el balde cayendo al pozo,

comprando caramelos de azúcar

endulzando al mundo con una sonrisa.

Madurando a las horas,

esparciendo el jazmín

en un jardín que se desvanece

en un instante.

Vivir es un acto amoroso,

un abrazo fuerte y solidario,

soñar que me sueñan,

siempre seremos nosotros.

Maquinista Mute.

La última vez

 

La última vez

epitafio de una lágrima seca,

piedad de un poeta melancólico.

La tragedia de todos los caídos,

la ausencia es una bestia

en la oscuridad.

Dame la mano 

que estoy a ciegas,

con dignidad sonriendo en la tragedia.

La última vez,

la noche alzándose

en un dulce violeta.

¿te acordarás de mí

cada vez que la vida se impregne

del otoño suave que cae?

A mitad de la noche

la memoria sabe a derrota,

los odios se amontonan envenenados.

Alimentando a la apatía

de una necesidad de autodestruirse,

guardamos las voces para salvarnos.

El dolor es injusto,

toma la voluntad de una herida

hasta que se enferma y solo queda.

La última vez,

el rocío de una madrugada 

justifica el amor del crepúsculo.

Tiemblan los oídos

y quemamos las imperfecciones

en la negación de la memoria.

Respiro,

no hay de otra manera

caminar con la esperanza.

Luna ardiente,

la desgracia es tan triste

que los perros aullan en su recuerdo.

Maquinista Mute.

Mírame

Aquí estoy

aire,

entonando a la muerte,

envolviendo los labios con agua fría.

Con los sueños

desterrando a las nubes,

débil,

con la sonrisa de un corazón adolorido.

Mírame,

la luna está ciega,

aún así te amo,

con el relámpago en mis venas.

Maquinista Mute.

Te ha cegado la poesía

 

Vida,

tráeme un girasol,

antes que el mediodía

abandone la felicidad.

Antes que la media noche

fronda a los sauces

y el tiempo humano

sea un niño enfermo.

Tal vez la noche

tenga memoria

y el silencio sea una ironía

cada vez más naufraga.

Tráeme a la penumbra

llena de hiedra,

sabré amar la gloria con gracia.

Antes que el recuerdo

balbuce inestable a la muerte

y el volcán en sobresalto

sea un fulgor que escupe fuego.

Tráeme un poco de cielo,

te mostraré el azul

sin la ansiedad de las cosas oscuras.

Entonces los cuerpos podrán fluir

en la dicha transparente 

de una esencia enloquecida

por un abrazo de amor.

Estúpida muerte

tú no debes morir,

las cenizas en el horizonte

son palabras que brillan 

a lo lejos de la luz.

La vida suspira

agonizante en la ida sin retorno,

serena piedad

no eras sólo mía.

En aquel confinamiento

la alegría crecía,

infatigable es la voz que se perdía.

Aquel mundo de tugurios,

pobres vivos sin eco.

Con sus camisas raídas

y sus rostros grises,

vestigios en el centro del mundo.

Tráeme un girasol

que la bella vida quiere sonreír,

te daré un chocolate en la mañana.

Pronto, 

que la noche llega,

escondida en el tiempo presente.

Violento y desgarrado es el dolor

bajo el triste viento.

Alegría mía

ya me puedes ver,

te ha cegado la poesía.

Maquinista Mute.

Morir dos veces.

 

Morir dos veces

en el amor profundo,

remedio para mis penas

que no dejan olvidarte.

Violeta azul que sabe a tristeza,

guardamos silencio

con el oficio que vale la pena seguir,

derribarte en el subsuelo y morir.

Vivir encorvado

por tanta poesía,

amor mío

nadie más sabe de ti.

La estrella tiene un interrogante

que desorienta a el nuevo comienzo,

dulce silencio que sobresalta

el tacto de una faena de amor.

Flechas heridas

que descubren el horizonte,

llegar enfrentado

con el coraje y sus concreciones.

Tu sabor es una herencia

de un rencor compartido,

senil es la violencia

de no ser casi lo mismo.

Enséñame tus manos

con esas ilusiones riesgosas,

mi retina siempre tendrá

un rincón apagado.

Con el invierno viviré

sabiendo que nunca mueres,

me aferro a el otro jardín

desequilibrando la oda que transcurre lentamente.

Morir dos veces

en cada párpado,

nutriendo quisieras

con la necesidad de poder quedarse.

Amor profundo,

la noche brilla en el holocausto

de un acto de amor.

¿Qué miras?

 

¿Qué miras?

miro el tiempo que no se detiene,

lo veo con estos ojos

que no quieren dormir.

He aprendido a mirar

grabando en mi mente

un infinito de matices.

Soñando con el horizonte

carente de certezas,

ensanchando a la grieta 

que salta al vacío.

Contemplo con crítica

la enorme diferencia

que intenta extinguirnos.

Las plantas, los animales,

la tierra con ramas

y una que otra raíz bien abierta.

Miro a los chapulines

en su intento apasionado de comer,

a la soledad que se convierte

en la mayor utilidad del ser humano.

¿Qué miras?

miro a la luna apuntando a la deriva,

la alegría de un hombre

suspirando encantado en su derroche.

Miro a la medianoche invariable

en su silencio tan cómplice,

a la lluvia silbante

que se desvanece naciente.

Miro que siento lo mismo

que aquel viejo hace cientos de años,

y aún así quiero poesía

para mirarme otro rato.

Maquinista Mute.