El amor es un sueño nostálgico,
un aroma de nardos que sabe su tiempo.
Es la esperanza que baila
en unos labios con besos y su poesía.
El amor es bondad
para las palabras que no saben llorar.
Es una caricia amorosa
cuando no sabemos morir.
El amor es un sentimiento proscrito
cuando el odio tiene motivos constantes.
Es un fragmento de uno mismo
cuando vemos a Dios en perfección.
El amor es un gesto profético
cuando la batalla endurece el instante.
Es un placer que suspende la ausencia
cuando la herida tiene arrepentimiento.
El amor no es cursi
cuando las voces salen del abismo.
Es tangible y perpetuo
cuando prolonga el abrazo en el frío.
El amor es exuberancia
que evapora la clausura que no restituye.
Es el fruto dulce del niño
que disfruta sentirse sorprendido.
El amor es un perfume que enamora el universo,
para nada sirve el oro si eres ausente y converso.
Es una aventura de la luz
y sus luceros brillantes.
Es el crepúsculo viejo
que amante persigue la flama brillante.
El amor es
la salvación al miedo en su agonía.
Es el pecho en primavera
que escucha el latido en fantasía.
El amor no se acaba
cuando disuelve el desierto.
Lo es todo
cuando aprende y asciende.
El amor no tiene dueño,
su yugo se muda.
Vacilante camina
perpetuo en su nube.
Descansa,
la rutina fragua la atmósfera.
Escucha,
su sonido es nítido.
Que estremezca tus actos
y deslumbre el consumo.
Eso es amor,
la vida que nace cómo si no queramos nada.
El amoroso.