Sobre un campo repleto de flores silvestres tu caminata dejó una huella imborrable en mi cuerpo.
Trazaste mi existencia con un amor absoluto.
No fueron las noches ni los días que transcurren ausentes suficientemente fuertes para doblegar tu desvelo.
Ahí estabas tú cuidando mis sueños.
Y como un centinela vigilaste mis días para que mi respiro no se extinguiera.
Siempre has estado ahí, aún cuando mi alma era de lo más vulnerable.
Y crecí con tus cuidados hasta convertirme en un ser completo.
Siempre protegido por ti como el cachorro que huye de los lobos voraces.
Lo seguirás haciendo simplemente cuando lo necesite.
Nunca te he pedido nada, pero tu amor de madre es el amor más puro y completo.
Eres mi madre, eres el orgullo más grande que tengo.
A mi madre.
Poesía
Miguel Adame Vazquez
10/05/2014.
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