¿Quién es cruel en el sacrificio de un náufrago?
mensajero no es,
Tampoco un amigo.
Hemos nacido de las plantas
con el aire en los párpados,
con el miedo en el animal ajeno.
Tiembla la respiración
ante los propios temores,
clamores cantantes
de una amenaza viva.
La voluntad se hace vieja
víctima de las palabras salvajes,
en dónde ya no se esconden los ojos.
Te he amado asustado
con la miel tratando acercarse
y la voz en los labios
cómo si sólo se tratara de hablarse.
He consolidado voluntades
cada vez que amanezco,
día y noche
de pie y de firmes derroches.
Tú piel se hace vieja
y yo no tengo tiempo para
esperanzas y cremas.
Es vergonzoso
que el suelo chasquea
los huesos tan rotos.
Inunda de luz el éxtasis
de una historia en un recuerdo,
y nos vamos viejos
sin ser cómplices, confidentes
o presos.
Aún así me quedan destellos
de brillos y besos,
no muere el poeta
obedece el rencor de sus propios cuerpos.
Me quedan los sueños
las luces de estrellas
el hambre y el perdón,
El perdón es de Dios.
A las horas no le sobra el tiempo,
a mí me sobran las tumbas
dolores y lamentos.
Tus lágrimas son lágrimas de madre,
de hija de cuna,
de manos sin descanso.
Déjame aliviar tu penurias
con una caricia nocturna,
los sueños reparan
con amor y su música.
Suelta,
con un sonrisa
se ahoga el malvado,
su deleite está roto
su galardón morirá
cuándo tu nazcas de nuevo.
Mute.
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