EL tiempo y los muertos
el poema va gravitando
por encima de los olvidados.
Recordando el silencio
del aroma de las flores,
música que cambia de piel,
nunca me olvides.
La culpa es lenta
monótona,
va midiendo lo inmensurable
qué son los sueños.
Las palabras tienen una batalla
nacen calladas hasta que envejezco,
estupor anhelante
de los que vivieron conmigo.
Tengo nostalgia de la nada
de la perpetua indiferencia
de ni gato que no me quiere.
Quiero decirte
que alguna vez fuí pájaro
y volé en la quietud
de un abrazo que respira el mar.
Dios existe
no soy piedra
soy un hombre escandaloso
que se acoge en cada noche
en sus gafas y una lámpara de alcohol.
Éramos misericordia
magnolias que le hablaron a la muerte,
ven conmigo
aguantame los fragmentos
de un corazón incólume.
Aquí seré lo imposible
huele a esperanza dichosa,
es que seré vivo
en el modo sereno
de un tren insurgente.
Maquinista.