Te quise impresionar nuevamente
con un patético vacío interior,
para que pudieras imaginar lo que siento
y galopar tal vez conmigo
en un segundo sufrido y lento.
Me preguntas si la locura
es una enfermedad
o es un don del cual,
como si fuera posesión se hereda,
me pregunto que sentiras
cuando recitas en silencio
cada uno de mis pensamientos.
Sí se hereda la locura,
es como el tono de color de los ojos
que se brinca algunas generaciones
en su capricho para cambiar
su mirada vacilante y fria.
Llegó la inundación llevándoselo todo,
otra vez nadie me creyó y no hicieron nada
cuando vieron que se acercaba la ola con furia y estruendo,
te quedaste inerte muchos segundos
solo pudiste seguir mirando,
era como si a esa maravillosa manifestación
de la naturaleza la deberías contemplar
sin saber si era lo mejor
que correr o cerrar los ojos,
te quedaste a esperar como el lodo de la infamia
inundaba tu baúl de recuerdos presentes.
Me abrazaste con tanto amor
que te desconocí al verte,
el frío nunca a dejado de ser un aliado
en la estrategia de tenerte,
aun me duele el estomago
con tan solo recordar la idea
de cada mañana poder perderte.
Quisiera poder guardar silencio,
pero me traicionaron las ganas
de tener un poco de esa fama vacía
de un bullicioso incipiente,
son solo abrazos vacíos de mi propio inconsciente.
Es cruel decirlo,
tan solo pensarlo se repudia
el saberlo me deja con la sensación
de sentir lo que piensas
con una voz tan baja
que cualquier ruido me atraganta.
Prefieres esconderte
en un closet oscuro,
como si el dormir ahí te protegiera
de un pasado muy presente,
te defiendes muy bien lo reconozco,
pero temo que esos gritos en defensa
solo serán un pretexto más para atacarte,
si tan solo aprendieras a ignorarlos
y pasarás de frente sin mirarlos
no serías carnada de un ataque que duele.
Duerme,
que el dolor en tus ojos
solo será una historia de horror
que quiere tenerte,
nunca más enfermarás de una muerte insegura,
eres joven y la vida es para ti
más que una promesa segura.
Ayer cayó aguanieve
en un cielo estrellado,
y la luna era tan naranja
que simulaba ser un sol de medianoche,
nunca es desanimado tarde
para en la vida no conformarse
con un intento estéril de sentir el rocío
de una sensación desilusionarse.
Me quisiste impresionar como última medida
de una locura desmedida,
pero solo se hereda el calor de un amor sincero,
duerme tranquila
y no te escondas en tus sueños,
que el soñar nunca duele,
nunca dolerán las heridas
cuando el amor crece.
Quisiera poder guardar silencio esta noche
así que dormiré para soñar y cerrar los ojos,
en los sueños nadie muere.
Poesía
Miguel Adame Vázquez.
01/01/2018.