Extiendo a la oscuridad
si tú me lo pides,
puedo vivir hasta el final
de un suspiro profundo.
No importa que la tarde sea vieja
y se repita la historia
en esta noche,
luces apagadas,
viento fresco
perros que ladran
un corazón que se detiene.
El llanto llena a el estanque
de tu soledad,
aquí no pasan las sombras
tampoco aquel malvado
que en la retina se retiene.
Solo se escucha el consejo
de aquella sinfonía
de chicharras a lo lejos,
pájaro nocturno que canta
no se le entiende, no quiero entender
grito al cielo sin la tristeza de una noche.
Todos huérfanos guardan silencio
hasta el murciélago nocturno
deja de venir a tomar agua,
todos duermen,
todos han perdido,
todos sufren calladamente.
La quietud en su balance pobre
selva tibia y melancólica,
recuerdos distraídos
en un hermoso jardín
sin bullicio o mentiras.
A fuera todo cambia
nadie juega
sus heridas se han cansado
de tanto peregrinar.
Y yo aquí sentado
queriendo ver más allá
que la oscuridad
sin dolor,
con los árboles al viento y sin frío
con amor y sin espejos.
Con mi alcoba perfumada
en su memoria,
con el cuerpo viejo y la juventud dulce,
desvanecida,
sonrisa mansa y cercana,
como ese viento fresco de medianoche.
Él Mute.
23/04/2019.
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