La musa de la pandemia
ya no canta para nadie.
Ensimismada en vitalidad
va caminando en su eterna juventud.
El cubrebocas esconde sus labios,
resecos deambulan por falta de labial.
Tarareando una melodía
anda juntando palabras.
Tal vez no todo lo sepa
no tiene porqué saberlo.
Se va su aliento
juntando sorpresas.
Canta ante la muerte,
ante el viento que sopla a dónde quiere.
Sin pedir permiso lleva una cepa,
pronto será su legión.
La tragedia es imposible
sin un duelo aparente.
Así que la musa se esconde
atrás de una lápida triste.
La vida ha pasado tan rápido,
nadie se dió cuenta de ello.
Vamos existiendo ya sin los otros,
invisibles en el miedo de una novela.
Juntando chistes
para recordar viejas sonrisas.
Escapando a momentos
dónde sentía ser libre.
Gritando fuerte
en un abrazo.
Sin miedo a la gente
y la propagación.
La musa de la pandemia
ha olvidado su nombre.
Eso no importa,
ella lo sabe, es eternamente amor.
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