Horas luz
los años anteriores tuvieron una felicidad inminente,
ahora,
el aroma se desvanece lentamente.
Aún así,
sigo buscándote en el abismo de la refriega
esa que se fragmenta ante el cúmulo de posibilidades
de poder verte en el tiempo y su espacio.
Sí, me dicen el melancólico
el amoroso,
el que ante el páramo y la muerte
toma a la fuerza a la vida
y a su alegría la sujeta muy fuerte.
Que tiemble el miedo en el silencio,
sintiendo el viento,
moviéndose lento.
Entusiasmando a las palabras
que se juntan traviesas,
ante la protesta de una esperanza
sin el efímero llanto que mucho siento.
Niño viejo
toma la eternidad,
como un destajo de un solo yermo.
¡Que hiciste!
cuando fuimos y fuiste,
cincuenta años de algún modo
Dios nos ha aceptado y amado.
Me acostumbre a llevarte
a guardarte en mi corazón,
con mi abismo y mi fortaleza
ya no tengo tristeza.
Arráncame la mirada,
debajo del sol
amando,
tu siempre ganas.
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