Lejana y sola
la luna grande es testigo
del infinito dolor
de un sollozo que duele.
Bajo una plegaria con cantos
no puedo dejar de mirarlas,
ramas que mece el viento
sin muchas palabras.
No hay peor herida
que llorar de madrugada,
espera la llovizna
con lágrimas derramadas.
El cielo es testigo del dolor,
flores blancas
que acarician la tierra blanda,
paró ya de llover
cae el último puño con tierra mojada.
No hay ruiseñores hoy cantando
ante el frío que cicatriza a los labios,
vientre que seca las ganas
por tanto llorar en una noche larga.
Lágrimas tristes
que nunca debieron derramarse
duermen bajo el frío de un arrullo,
la guitarra canta a lo lejos una canción que duele.
Memorial de pétalos blancos,
corazón que se enfría
con la sombra de un volcán que es testigo
de un rehilete de colores que casi me habla.
Brilla el reflejo del sol naciente
pedacitos,
solo quedaron pedacitos de esos recuerdos,
juguetes que no volverán a volar jamás.
El último rehilete del mundo.
Él Mute.
16/07/2019.
