Salvar a el amor
cuando la ausencia
se deshace de las palabras.
No queda tiempo,
respira soberano
sobre el follaje de un vacío
de cualquier momento amado.
Lo llena todo,
todas las sombras
los sueños vanos
y furiosos reclamos.
Cómo hubiera querido
ser parte de ti,
una sola presencia
sin párpados mojados.
Nunca pude consolarte
lo intenté,
las lágrimas hilan
un dolor muy pesado.
Siempre reproché
que la impaciencia
también muere.
Y yo,
creyéndolo todo
simplemente solo pude soñar.
El tiempo humano
fue como un niño enfermo,
náufrago de alegría
sepultado la agonía de un abrazo.
Aún así salvé el amor
cómo ese niño sana,
fui coloreando el blanco
pintarrajeando el crepúsculo
de colores floreados.
Impetuoso,
maravillado y triste a la vez,
de pie fuí tocando estrellas.
El amor infatigable
alegre hace volar.
La existencia cotidiana
no necesita de febrero,
para tomarse un helado en invierno
y seguir amando.
Maquinista Mute.