Aquí respiro,
arrastrando el follaje de las letras.
Siempre resuena el futuro
con la sombra árida de la roca.
El verso intenta
no pensar en los ausentes.
Tantas sombras que duermen
en la tumba de sueños vanos.
Mírame,
la vida nos pertenece.
Inmenso es el silencio
antes de arrepentirse.
El grito arrastra,
estalla en espiral.
Cala hondo,
fugando los fragmentos
de sus propias carencias.
El padre ama a su hija,
que no haría por ella.
Diluye el supuesto
hasta que sea feliz.
Quiere ser el último refugio
después de Dios.
Dibujando grietas en la nieve
respirando dureza,
sin la penumbra que aturde a la luz.
Estragos del aire,
la lluvia viene.
Vaciamos el aliento
con desmesura.
El cielo es una bóveda
que pertenece.
Mute