Todas las palabras sobran
lejanía y sufrimiento,
la vida se empeña
en su propia agonía.
No ha llegado el porvenir,
se cierra la noche
en su propio laberinto.
Azaña es soñar
con el estómago vacío,
hundido en el sol
de la plegaria pobre.
Nadie es dueño
de una palabra que se desteje,
encrucijada gastada
de una vaga esperanza.
Es imposible ganar,
cuando la memoria
no recuerda lo inolvidable
qué son las cosas.
Simplemente
se aleja el tiempo
en un espacio
querido y olvidado.
No te olvides de mí,
aquí tengo tus poesías
en un puñado
de amantes metáforas.
Todas sobran,
cada una de ellas
mueren en el exilio de tu voz,
en cada error interminable.
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