Lágrimas de muerte
en la última batalla,
el soneto tiene
un exilio de amor.
Visiones de una letanía solitaria,
cielo que escupe
antiguas oraciones
que no fueron escuchadas.
Las culpas son como una golondrina
que tiene frío,
noche que llueve interminable.
Los caracoles salen
cortejando a la humedad,
huyendo de un sueño inconfesable.
Rompiendo el abandono
de un heroísmo
que sabe a madrugada.
Pálida es la tristeza estéril
que frágil domina el semblante
ansiosa de besar tus labios.
Tu amor
es un remordimiento sediento,
como un camino a medianoche
que se atascó con el viento.
Rumor de un grito,
voraces hogueras
de una herida mentirosa y servil.
Mi pena está triste,
como el llanto de un niño
a su madre en la escuela.
Crucemos los bosques de eucalipto
persiguiendo caminos
que siempre terminan sin ella.
Ahí encontraremos
el amor.
Maquinista Mute.
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