Ámbar
la mirada está de fiesta,
esmeralda
la tierra purifica a los corazones.
Hojas desgastadas
en los cielos que se funden,
cuál fue la promesa
que está en el aire.
Ahí en el crepúsculo
está la tormenta,
corazón en su afán
de ser un relámpago.
Ecos del bosque,
flores que acarician
el terciopelo.
Mañana será
demasiado tarde,
el infinito nos alcanzará
en su luminiscencia.
Polvo nostálgico
violeta,
la sombra ciega
sueña con el indulto.
Olvida morir
recuerda vivir,
que el duelo tenga un sueño
en solitario.
Oye mi voz
que quiero hablarte,
mi soledad tiene un tumulto
sin litorales.
Toca mis manos,
no tienen una mirada
qué tiemble con el tacto.
La escarcha está enamorada
desde su sentimiento,
besa el aliento
que no quiere ser mudo.
Triste es el olvido
que ya no tiene recuerdo,
es más triste la esperanza
en su deseo marchito.
He nacido hombre para ti,
en una imagen repentina
que ya no la veo.
Sollozo hundiéndose
en el afán de un sueño
que sabe a manantiales secandose.
Nube
moja mis árboles,
sin el abandono eterno
de un tiempo que nunca cede.
Mi sueño se consume
para no volver jamás a verte
en el desnudo de un abandono.
Te admiraba
en la silueta perfecta,
en la protesta de un diamante
que ya no existe.
El brillo de tus ojos
son palabras quemándome,
la poesía ama incendiando
todas las palabras por ti.
Maquinista Mute.
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