Infamia,
sosiego,
socavón de migajas.
A veces la lluvia deslava todo,
inevitable es el escondrijo
de un futuro incierto.
Deseo cubrirte
de pequeños tatuajes,
inmutables de nuevas palabras.
El suspenso está absorto
de tantas serpientes y fauna,
mis manos tienen flores,
enigmas.
Incendia lo perdido,
ausencias,
el brillo es criminal
cuando guarda su pasado.
Otra noche que se acaba sin temor,
reducirla a ámbar,
hasta que el amor sea inmediato.
Irresistible,
hasta que el crepúsculo desdoble
los lugares solitarios de su naturaleza.
Hasta que la resistencia sea repentina,
y la tristeza sea una veleta
que escriba tu nombre.
Hasta que el vacío pierde lo invicto
y se arroje invulnerable
en la impávida melodía
de una sombra traslúcida.
No me prometas que puedo verte
la tierra te espera en su comarca,
en el agua que desliza a las ruinas.
En la herida reciente,
perdurable,
en el viento que tiene miedo,
yo no lo tengo.
Nunca más hoy.
Maquinista Mute.
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