Sólo
los ojos están tristes,
has aprendido a vivir
lejos de la luz.
En la oscuridad al ver la luz
encuentras esa marca permanente
que da sentido a la vida.
No me explico porque
tú voz no tiembla a la primera emoción,
la garganta trastabilla
contando los acordes del tiempo.
La soledad tiene un sabor perfecto,
sabe a disciplina
a distancia y mucho dolor,
ser adicto al dolor.
Ama
que la lucha del amor
es más fuerte que la guerra,
esa nunca termina
solo te lleva.
Danzando con la premura
de un oleaje hacía el cielo,
mirando el amor,
hacia la luna.
Canta,
mis ojos son tu boca,
llueven huesos de un sueño
que sabe a relámpago nocturno.
La soledad sabe a salitre
a polvo emponzoñado
en un círculo que solo yergue.
Canta,
que la herida es una escama
que se quita cuando entierras
el arma de la desdicha.
No hay nadie que repita lo mismo
cien años,
compremos el paraíso,
sabe a durazno y no está de luto.
Amar es combatir a los vivos
a los que saben a agua,
vuela,
que las palabras vuelvan
planeando los cielos y su vientos.
El mirlo no sabe de silencio.
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