La noche es lenta,
arropame al borde
de un precipicio.
Ahí donde el universo
se funde con lo infinito.
En ese espacio
dónde me quisiste,
fuí feliz lo reconozco
hasta que se acabó el tiempo
de una estrella fugaz.
Temble no sé cuántos crepúsculos,
recite tantos caminos
que la estela brilló
con el sonido de mi sed.
Escuché suavemente
cada golpe mi amor,
te ama libre
en la armonía cósmica de mis poemas.
En una estela de silencio
grité,
tan solo un sonido vibró
en el consuelo de la nostalgia perfecta.
Me costó una constelación
olvidarte.
Estabas ahí,
observando el sonido
que significa
los que estábamos cantando.
Préstame tu corazón
para despertar,
sin derramar estrellas
en cada viaje.
Sueña con el amor
antes que el espacio
se quede sin recuerdos.
Porque aquella noche
era tan lenta,
que el precipicio me abrazó
en el borde de tu universo.
Maquinista M.
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