Sabes a guerra,
el invento de un beso.
Ha un fragmento de tu cuerpo
en despedida.
Por eso te elegí de un cementerio,
de una tormenta enferma,
y te amé,
¡cómo te amé!
Hoy la incertidumbre
sabe a tristeza,
me asusta saber la existencia.
Fuiste verso en destrucción
un olor a recuerdo,
que se queda con el tiempo.
Hoy la piedra
no va a ninguna parte,
se ha reconciliado
con el dolor de un quejido vacío.
Nosotros oyentes
que fuimos una rima asonante,
ahora somos un anhelo de lágrimas.
Duele,
¡cómo dueles!.
La mañana pedirá que regreses,
el corazón de un hombre
es un hueco sin escondrijos.
¡Qué terrible es el olvido
en nuestras vidas!
Somos solemnes,
sosteniendo estáticos
las estrellas que no han llegado.
Fuimos los vivos,
esos que avanzan zanjando
la peligrosa marea del amor.
Rostros llorosos
con el vértigo ciego,
con el dolor verdadero.
Sin versos mi duelo
no trae ya más palabras,
sólo el ruido que sabe a silencio.
He dejado atrás de ti
mis pensamientos,
fuiste mi guerra.
Hasta que el ruido tuvo miedo
y sin quererlo,
nos hizo eternos.
Maquinista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se vale la critica que propone.
El comentario que nutre. muchas gracias.