Mi silencio tiene un discurso largo
solitario,
le dispuse palabras
para que pudiera vivir.
No suelo pronunciar su sarcasmo
lo encierro en un diccionario,
con la esperanza
que deseé amar sin querer.
Mi silencio es un acta poética
un capricho mudo,
un vuelo voluntario para nombrarme.
Coleccionista de inventarios
de sobresaltos perezosos,
fulgor de una esencia intacta.
No se avergüenza en la timidez
de una mirada anacrónica.
Mi silencio se evapora con la vida,
retando a la algarabía
de un pensamiento sin memoria.
Hambriento de voces sin eco
de vestigios distantes,
de palabras muertas.
Mi silencio
tiene tierra y viento,
circula impregnado de luz.
Es caprichoso
amante,
trasparente como el grito de un niño.
Va limpiando sus afectos y fulgores,
renaciendo sin dolor
y sobresaltos viejos.
Mi silencio tiene un corazón
que hace falta para verte,
que rehusa morir
en el remordimiento de una noche.
Mi silencio roba palabras
entre cosas mortales,
es cursi como una mariposa
que revolotea la hierba delirante
con la esperanza de vivir.
Se agita furioso
en el infinito de un cansancio
oculto en el esfuerzo de amarte.
Siempre te ha amado,
desmantelando el origen
de la mismísima poesía.
Hasta la última brisa de amor
y su silencio,
en un poema que nunca será escrito.
Porque es un capricho de la mente
y sus juegos,
y la imaginación de su creación.
Maquinista.
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