El silencio arde
cuando no puedes escribir
un poema de felicidad.
Cómo una quimioterapia
en el umbral de una lágrima final.
Duele el odio de una tristeza,
las palabras amargas
que se esconden en un quisiera.
Mis labios son una tumba
de flores que surcan la escoria
de una guerra oscura.
En dónde escondo
el secreto de la noche,
cargo mi ataúd con las miradas traspasando mi vergüenza.
Tus brazos son una víctima
del tiempo ahogándose en anhelos.
Tiembla la alegría
implorando un huerto
que se emociona
porque llegará la primavera.
Cómo quisiera que la lluvia
lavara el polvo,
sin arrancar el instante
lleno de misericordia.
El silencio grita,
entre sollozos riñen mis oídos
implorando justicia.
No llegará,
suenan las voces de guerra.
Mute.
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