Tus ojos gritan despavoridos.
Nadie escucha más que su propio silencio.
Pareces invisible en un mundo ajetreado y lleno de bullicio.
Muchas son las señales que enmudecen tu conciencia.
Muchos son los sentimientos que intimidan a un corazón roto en mil pedazos.
Y aun así, nadie alcanza a limpiar tus lágrimas.
Nadie te escucha, por más que intentas gritar fuerte,nadie voltea a ver a tus ojos.
Y es tanto lo que tus ojos hablan que no necesitas muchos segundos para dejar de callarlo.
Grandes son las piedras que bloquean tú garganta.
Gritos sin voz que nadie interpreta.
Manos que bloquean tu habla.
Solo dios es testigo de tu inmenso sufrimiento.
Solo dios y nadie más observa.
Por más que imploras, tu ruego no se transforma en una salida inmediata.
Tu frente es la prueba de la frustración que siente tu plena inocencia.
Son los segundos eternos e interminables.
Tanto que la propia oscuridad divaga en tu cabeza.
Delirios e imágenes interminables que las voces y las pesadillas parecen incontrolables.
Como quisieras que la noche nunca oscureciera.
Y fuera la luz un rayo eterno que te libera.
Como quisieras que una estrella fugaz llegará a tu día.
Y ya nunca tuvieras que guardar más ese secreto podrido.
Y como un acto divino un abrazo fuerte y limpio ahora te protege.
Tan fuerte lo abrazas que pareciera que no te alcanza todo el aire del universo para respirarlo y poder llenar tus pulmones.
Tú sonrisa en un lindo rostro a regresado.
Vuelves a soñar con tus fantasías gloriosas.
A correr por el parque a toda prisa.
A amar el cine que tanto te llena.
Tu niña interior es una niña hermosa.
Abrázate fuerte.
Que amar te toca.
Poesía
Miguel Adame Vazquez.
03/04/2015.