viernes, 19 de agosto de 2016

Nada está escrito.



Mi corazón sigue latiendo con la misma fuerza de aquel día en el que la luz se asomó por primera vez ante mis ojos.
Fue a un mundo descomunal al que llegue antes del tiempo.
Vertiginoso fue el inicio de mi volátil esencia.
Y mi espíritu lucho ante la astucia que flagela.

Es muy frágil la ilusión de una madre que pide al universo absoluto que tus pulmones respiren la melancolía de un universo que calla.

Y es entonces que la lucha se vuelve en un fuerte reto que se aferra a la vida que no es infinita.
Que es indómita y rebelde en su testaruda esencia, porque no te permite el refugio de perderte en la nada.

Esos han sido mis pasos constantes, inamovibles en su esencia que perdura.
Que encuentra su fortaleza con el paso de los  tiempos.
Que no desfallece aún cuando la esencia es la historia de un relato que no siempre reluce  en su gloria.

La oscuridad muchas veces quiso enfriar desde adentro su propio dolor en un alarido que nunca habla.
Pero fue el cansancio quien quiso mandar a la tumba la fuerza que queda.
Y fueron tus ojos una prueba visible que no se puede ocultar la tristeza.
Porque sientes la marca que es como un designio de la propia derrota.

Nunca fue el abandono quien te hizo constante en la huella impalpable de un refugio que nunca colapsa.
Fue la fuerza de espíritu quien te devolvió el ímpetu que nunca renuncia.

Esa siempre ha sido tu mayor fortaleza.
La mirada tranquila qué sostiene la sonrisa y devuelve la calma.
Esa es tu verdad absoluta que se repite mil veces.
Como una verdad que crece al instante.

Así es el infinito que a su paso no deja ningún resquicio vacío para que la luz destelle añoranza.

Tú eres el inicio que empezó su lucha sin pretextos, aún sabiendo que vendrían las mentiras.
Es por eso que tu corazón sobrevive a un montón de sobresaltos seguidos.
Sin importar cuanta adversidad sea una marca constante. 
Siempre será un camino que se imponga a el estigma que resuelva la duda que queda.

Tú solo has vencido a la muerte que llega.
En un sombrío destino que impone sus reglas.

Nada está escrito.
Tú trazas tu propia brecha.
Como aquel día cuando la oscuridad no fue refugio seguro.
Y luchaste por la luz en un mundo desconocido volátil en su esencia.
Y lo venciste.
Porque naciste.
Y eres prueba palpable de ello.

Poesía.

Miguel Adame Vazquez.
19/08/2016.



2 comentarios:

Se vale la critica que propone.
El comentario que nutre. muchas gracias.

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