A todos nos gusta
sentir la caricia de la vida
sin palabras previas.
El baile es infinito
cuando tienes la ilusión
de un precipicio y no caes.
Tengo vértigo
de tanta costumbre,
de tantos espirales torcidos
que saben a veneno.
Uno se cansa de todo,
de tanto simular
de tanto actuar sin ser amado.
Flores de invierno,
es un delito olvidar
a los que te han olvidado.
El tiempo es un cementerio sin reloj,
así que me aferro a tu sombra
para no quedar ciego.
El cariño cuesta,
la culpa es inocente
si no todo fuera posible.
No es fácil dormir en lo profundo
y olvidar tus labios
cada vez que la sonrisa tiembla.
Que el silencio sea un dilema
que estremece a la incertidumbre
gobernando a la soberbia.
Tal vez no te has dado cuenta
te lo digo de una vez y para siempre,
la noche no está muy lejos
del amor que lo sospecha todo.
El sueño vive su agonía y desaparece,
vida de perros en el arte de amar.
Ahora soy feliz,
cómo una luciérnaga
que no sabe que acabará
en un candil diminuto.
Palpitando los colores intensos
de una penumbra fría y verdadera,
sospecho que la ausencia
acaba de morir de un solo soplo.
A todos nos gusta
pero damos la espalda,
en noviembre los matorrales secos
saben a poesía.
Maquinista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se vale la critica que propone.
El comentario que nutre. muchas gracias.