Te amo
a pesar de la muerte
tan incierta.
Con cada músculo de mí corazón
y la fuerza y alegría
de un colibrí.
Con la noche y el viento
abrazándote,
con los rayos y la sombra del cielo.
Con mis besos llenos de amor
que se entusiasman,
esperando la mañana para soñar.
Te quiero
a la orilla de un río,
sin el pretexto de una tristeza.
Con el frío que abraza
y la soledad que ya no atormenta,
con el grito hundiéndose en una caricia.
Con la fortaleza de mi pecho abierto,
con el cuerpo viejo
enamorado y su esperanza.
Mi amor es un lirio jubiloso,
una avalancha carmesí
por tus ojos hermosos.
Te amo
con la constelación creciendo
con el alba boreal.
Ahí seguiré en el después,
en el minuto de cada tibia mañana
en la bondad de tu poesía que sabe amar.
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