Déjame vivir
hasta que los días se cansen de mí,
hasta que el tiempo se asuste
de tanto respirar.
Déjame huir despierto
de los ruidos de tantas palabras,
esas que roban la alegría
y siembran el miedo y la rabia.
Déjame hablar con Dios
en un pasillo silencioso,
hasta que la garganta agote
el amor con tanto ruego.
Déjame agradecer,
la miseria y el horror
no son más que un lamento,
el cuerpo siempre sana
con el suave viento.
Déjame seguir profundo
vestir de flores un segundo,
sentir los labios
con las letras de un fuerte aguacero.
Déjame que la esperanza
sea una lágrima seca,
que disfrute pisar las piedras
con la vida descalza.
Déjame amar a el infinito,
que la leña vieja
sea un madero de vida,
que tu mirada retoñe
por mis ojos escondida.
Dejame quererte
pues no estoy enfermo,
enfermo es morir
sin amar, completo.
Maquinista Mute.
Sin amar, completo.
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