Nunca abandones la felicidad,
aunque el llanto
excave a la muerte.
Tú eres amor
en la tierra caliente,
que tus ojos duerman
en esa bella noche.
Que tu niño enfermo
encuentre el amor
en los campos verdes.
Que nunca sea tarde
para tu gracia,
remanso de paz
en el crepúsculo de una montaña.
Que la escarcha tenue
de una mañana fría,
despierte en la alegría
de amanecer en el fulgor
de esa nube tibia.
Nunca renuncies,
el cielo impetuoso
no arde con fuego.
La mañana te espera
con el rostro queriendo,
simplemente respira
tráeme un girasol
a mi huerto seco.
El mirlo te habla
en la hojarasca,
el mar se asoma
tembloroso y triste
sin tu última palabra.
Háblale al universo
que tus labios toquen las estrellas,
los grillos cantan
cómo rumores de viento.
Es la vida que te pertenece
hambrienta,
inmensa
creciendo en confinamiento.
Que el viento
se lleve
las voces pobres,
esas que renuncian
a la riqueza de sentir.
También tú eres el amor,
confabulario de una colina
que no quiere huir.
Levanta la cabeza
y crece bajo el sol,
los árboles sufren
sin tus palabras.
Nunca te abandones.
Maquinista Mute.
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