La otra parte del mundo
el borde cambia,
como un malabarista callejero
veo rostros que ignoran
entre tantos autos.
Esperanza,
un mundo que trasmite
el dolor hacia la muerte.
Alquimia de palabras posibles
perfectas,
el sacrificio tiene
una actitud no sobornable.
Sobrevivir
sin el frío inconstante,
florecer,
quizá sea suficiente.
Nos quedamos,
alzamos las velas
navegando entre tormentas.
Hasta que la densa calma
no inquietó,
como un sueño
que desvanece hasta el precipicio.
No tuvimos miedo,
tejidos,
tejemos poco a poco
hasta recobrar la memoria.
Ahí es posible,
iremos de cacería
por cada palabra.
Les daremos un beso
con disidencias suaves,
susurrando el silencio
con una sola mirada.
Seremos textuales
en la desolación,
renaciendo en el rescoldo
de una aventura
que llueve con certeza.
No estaremos cansados
de tanta desolación,
transcurriendo apagados
en cada energía perdida.
Encontraremos la gracia
multiplicada,
venciendo a la tristeza
de un amor que nada detiene.
Insistiremos,
como si fuéramos semilla
de un verano verde,
ese que florece alegre
con una sonrisa.
Llegaremos con el triunfo
de un laúd brillante,
no hará falta
el luto que despide.
Aprenderemos a amar
con poco
o con casi nada,
volveremos a ver mariposas.
Mirándonos en lo posible,
con el milagro cantando encrucijadas.
La otra parte del mundo
el borde cambia,
siempre hay esperanza.
Mute.
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