Tierra mojada,
somos nosotros.
La soledad tiene
una ausencia lejana.
Olvida el horizonte,
cierra los ojos
imagina,
la memoria está rota.
Tu mirada fue huérfana
de girasoles y flores muertas,
escúchame,
deja que cuente una historia.
Cotidiano es el misterio de un amor
que a nadie le importa.
Se estremecen los días
son fracasos de prosa.
Nunca me cansaré,
el alfabeto es un laberinto
caprichoso y rebelde.
Cómo olvidar
la cicatriz de los días
sin un verso que amé.
No hace falta más que sentir
el viento hecho gaviotas.
Golpea fuerte,
hasta que la noche
escuche tu voz.
Verdadero milagro,
seguir cantando.
El sonido es un viento que aplaude,
viejas colinas que todo lo saben.
Alguna vez miramos la vida de noche,
no existe la distancia,
solo reproches.
Desconozco tu olor
la lluvia lavó mis recuerdos,
solo quedan vestigios,
risa fugaz sin lamentos.
Te conozco
como la muerte conoce el amor.
Nos fuimos queriendo
como si fuéramos jóvenes.
En ese día junté
todas las piedras del río.
Sé que estuviste aquí,
sin multitudes de madrugada
que solo caminan.
Los versos se mofan
de los pensamientos,
que difícil es distinguir
la transparencia con un beso.
Quisiéramos poder esparcir
lo que fuimos en un instante.
Caracoles vacíos sin lluvia,
llorando a parte.
Te amé con furia
con fuerza indomable,
Sé que te amaré por siempre.
Maquinista,
no sabes guardar silencio.
Bendita tu poesía.
Maquinista Mute.
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