Soy el poeta que no escribe poemarios
ávido en el lazo de mi humanidad,
la noche se traga el aire
las penurias de un verso robado.
Soy la guitarra,
el recuerdo de unos retratos
la rima ausente
el intento a poeta
con su vieja espada.
Mi nombre es el de alguien
que sabe a cualquiera,
años añejos
sabios en su preceder.
Fiesta de estrellas,
dulces aventuras
que ya nadie lee.
Soy la luz en un manuscrito,
el primer nombre
en su plenitud y la pobreza.
El mar solitario
con su lenguaje antiguo,
el alba que se asoma
en las caricias de muchas Lunas.
La arcilla que brilla
en la piedra caliza,
las letras de asombro,
el desperdicio creciente de un jardín.
El poeta de las seiscientos escritos,
el del corazón secreto
el de las firmes palabras de un corazón,
el hombre de las palabras.
“Maquinista Mute”
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