El verso no olvida,
aspira fugazmente a beber de tus jardines, sombras y delirios.
Antes era el triste
apenas un reflejo, hoy todo es azul celeste.
Más allá de la vida está la muerte.
Mis lágrimas no tienen memoria,
mi corazón puede respirar,
que bajen los temores sin parar.
Vamos, dame la mano
que voy a volver.
El tiempo está exhausto y quiere correr.
Vamos, que los arrabales están de buenas,
la brisa brilla junto al mar,
si eres tímida, dame un beso.
Mi historia es aquella de libros,
vivimos y morimos,
anhelamos siempre ganar.
Despierta, el verso no olvida
sus huertos y valles,
que nos quieren abrazar.
Antes existió la zozobra,
la noche oscura consumía bruscamente las auroras.
Hoy soy lo que soy,
con cincuenta generaciones bajo el río,
sin dragones ni vikingos.
Hoy mi historia es un verso
que baña con racimos tu amor.
Eso es lo que soy hoy, trovador,
Miguel Adame es mi nombre.
Hoy lo digo:
Dios me amó primero,
hoy amo yo.
—
© Maquinista Mute, 2024.
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