Miradas dispersas,
he aprendido a nombrar las estrellas,
la noche no pasa inadvertida,
es la hora de la luz.
Tenue es el cielo
con tu voz,
y la tierra se exalta
con tu sosiego,
robemos tiempo,
que no se detiene.
Devorando las palabras
que saben de ti,
esta noche es poca
en tu espacio,
usemos la fragancia
de las flores.
Las miradas del mundo,
el clamor detenido
en el vértigo de tu voz.
Muerte infatigable huye
de mi amor,
hasta que en el último día
perdure algo entre nosotros dos.
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