“Noche, no te vayas todavía”
Noche que no han visto mis ojos,
he fatigado la metralla
con cada momento incesante.
Sigue hasta que el viento espere,
hasta que el atardecer sea un centinela.
Hasta que cada centímetro de los años
tenga un aroma de párpados,
esos que sufren en el abismo de su soledad.
Entonces sí sabrás que has esperado,
sentirás la dicha de vivir los días.
Hasta que volvamos enteros,
y no rotos, unánimes con un vago sueño.
Noche, no tengas miedo,
el poema es constante,
incorruptible.
Que la tarde sea la última batalla
de libros y ciénagas,
de sonrisas con escarcha.
Mi secreto es un anhelo
en el tumulto de las palabras
y tus labios piadosos.
Noche, no te vayas todavía,
hasta que el ruiseñor florezca de
amor.
© Maquinista Mute, 2024.
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