Me dicen el amoroso

 

Yo sé que te amo,

mi amor es un amor heróico

rebosante de silencios

enamorado de tu sombra.

Hoy descubrí la inercia de no callar,

la voz se quiebra

con el instante triste.

Mis labios tienen piedad de las palabras

esas que en poesía quise decir.

Hablemonos en verso

con un refuerzo romántico,

al fin las voces vuelan con otros poemas.

Tímida es la caricia que en la noche 

ni siquiera puede mirarse demasiado.

He venido a buscarte

con el tiempo invisible,

con el frío tan romántico que solo llueve.

Te observo en un soneto de amor

versos que te desnudan 

en otro poema.

El tiempo es un canto adormecido,

yo sé que te quiero,

me dicen el amoroso.

Maquinista Mute.

Miedo

 

Tengo miedo,

miedo a tu piel

al atajo de la locura.

Al frío que calma

a la tibieza de una cama,

al poema solitario y su dolor.

Al viento inconsciente,

a la lluvia que juega

en un profundo bosque.

Miedo a la crueldad

que no termina de bullir,

a tu cuerpo sin sombras.

A los buitres con maldad

husmeando en cada sonrisa.

Al tiempo hostil

que escribe un manuscrito,

a tus ojos intactos

que descifran la mirada.

Al silencio sustantivo

que sobrevive 

sin la caricia de tus párpados. 

Al naufragio de tus sueños,

a los deseos revolcándose

bajo el alfabeto de tus palabras.

A la herida y su arrepentimiento,

al vacío inconsolable de tus manos.

Al amor que destila tinieblas,

a tus suspiros olvidados.

Al amor arrodillándose

ante la belleza.

A una piel sin filtros,

amándose,

desnudándose.

Maquinista Mute.

Oficios de amor

 

Hundirme

la tormenta se aleja lentamente,

sufrimos,

hasta que llega el alba 

y nos obliga a regresar.

La mirada agoniza 

sollozos mirando el horizonte,

la sombra ama al despertarnos.

A veces la victoria es una estrategia 

que se tiñe impune,

ignorando su propio laberinto.

No conozco otro camino

para llegar a ti,

el poeta y su celda.

Mi crimen es amar y ser ignorado,

la luz se filtra siempre por el corazón.

Tantos oficios

y el mío fue amarte,

he inmortalizado cada noche 

con mis versos malditos.

Mi corazón tiene restos de amor,

cada segundo es un tiempo

que no justifica y perdona.

La noche recuerda,

el silencio tiene 

unos sabores perdidos.

Ya no me hundo

floto recibiendo flores marinas,

la mirada sonríe

no tengo delito.

 

Mí amor es cómo un niño

qué dice la verdad por ti.

Quedarse 

sin llorar de amor,

sin pesar y olvido.

Lo más maravilloso es amar,

el amor es victorioso

cientos de poemas 

esconden tú nombre.

El amoroso no muere por ti.

Maquinista Mute.

Olvidar tu nombre

 

Tenerte hoy,

sueños furtivos,

párpados de sangre.

En el umbral de los astros

fijo mi paciencia,

ella se sostiene antigua y sabia.

Tu pasado fluye en mi interior

con la lentitud de un desvelo ahogándose.

La existencia es una quimera

que toca a la muerte,

aún así amo.

Flotando en el socorro de un grito,

goteando silencios

que una vez hicieron fábula.

Que fue de ti,

que fue de nosotros.

Más que nosotros fuimos,

fue una esperanza indulgente

una golondrina que vuela hacia el mar.

He buscado todo,

en cada ventisca de un horizonte

en la impunidad de amar y ser amado.

Soy preso de mis propias convulsiones de amor,

clausurando el silencio

en el vacío de mi propia libertad.

La derrota es una rabia extraña.

angustia que no sabe flotar en litorales.

Mis emociones tienen una distancia tan añeja

que me disuelvo en mis pensamientos,

en el desasosiego de mi boca

que se rehusa a olvidar tu nombre.

Maquinista Mute.

Saber vivir

 

El lobo tiene una vida de perros 

la sombra tapa a la lluvia, 

es el arte de amar. 

Pequeña historia inmortal, 

el baile eterno es en él cielo

amar sin inmolarse. 

Veo tus piernas que no se mueven, 

a diferencia de tu pensamiento 

los muertos habitan en el jardín 

al morir dos veces. 

Tengo miedo de decir 

cuánto te amé, 

porqué te amo tanto. 

Amar es de Dios, 

como la luz primaria

que no pide ser amada de vuelta. 

Sospecho que tus labios 

son una buena costumbre, 

es por eso que ocultas tu rostro 

bajo cada voz de un verso taciturno. 

Tus ojos son fieles lectores, 

eso te enseñó tu madre

al leer la Biblia, 

así que no corres peligro 

cada vez que un perro ladra. 

Ven y abrázame 

con la nebulosa de otra galaxia, 

palpitando a la penumbra 

en la zozobra que te hace un homenaje. 

Lenta será la agonía 

de una inocencia absoluta, 

tu silencio melancólico 

es un ataúd sin lágrimas. 

Puros rumores, 

saber vivir 

para sepultar a él moribundo. 

La inteligencia es un panteón 

para el amor. 

Maquinista Mute. 

Jamás digas jamás.

 

Jamás digas jamás, 

la madrugada sufre de noche. 

Varias veces ha muerto, 

en cada dolor que esconde el recuerdo. 

Lágrimas nuestras, 

el tiempo aprende a vivir. 

Llora de felicidad, 

a pedazos abraza a la locura. 

La sombra es un sollozo inerte, 

llena a la ternura de amor. 

Jamás digas jamás,

el desecho es nuestro. 

Como una tragedia desesperada, 

ansiosa, oscura. 

Vive

y sigue viviendo. 

Juntemos pequeñas piedras 

redondas del río. 

Quiero que veas cómo en ellas 

cae un chorro de agua. 

Él amoroso es para siempre. 

Maquinista Mute. 

El amoroso

 Lo que soy,

un suspiro que vuela

en horas inciertas.

Una alud de versos 

que huyen del sepulcro 

de un poeta amado.

Soy el silencio que llega

a unos labios, 

desbordando los sueños.

Letras que arden 

conciliado la tarde,

buscando el amor.

Soy un sueño inestable

que no se rinde,

un compás en primavera.

El fulgor de una nube 

que pasea en sobresaltos

ante la amenaza de la lluvia.

El ímpetu que ama

con la esperanza que leas 

cada poema que escribo.

La ceniza de un grillo

que no ha muerto.

Soy el sol agonizante 

que no esconde un atardecer

en sus pensamientos.

Lo que soy,

lo seré hasta el último verso,

el amoroso.

Maquinista Mute.