Me duele el silencio
la intriga de vivir,
el lento parpadeo
de una noche oscura.
Lluviosa,
húmeda como la tempestad
de un pasado tormentoso
que toma su tiempo a la distancia.
Me duele el suspiro
que inhala hondo,
el vacío de no tener control
de las mentiras del otro.
Me duele la calumnia
que no descansa,
el etéreo sigilo
de una alucinación apabullante.
Me duele ser yo
y no ser otro,
la lluvia interminable
sobre un suelo
que ya no resiste otra gota.
Me duele pensar lo que sucederá
lo que quieren que pase,
la respiración lenta,
la mirada perdida.
Me duele la ausencia
el espacio frío,
el recuerdo que se escapa
en un tiempo que nunca perdona.
Me duele tu imagen difusa,
las palabras pobres y rotas,
el pensamiento que se evapora
en otras cosas.
Me duele la ansiedad,
la levedad del ser,
el parpadeo
de un infinito constante.
Me duele el desamor
de un porvenir irrevocable,
el despido de la anécdota rota.
Me duele el día siguiente
que ejecuta los actos
involuntarios
de un verso que sospecha.
Me duele la historia
que se repite,
la mano que tiembla
sin la bondad del amor.
Duele
duele mucho,
profundo hueco
que no es lejano.
Él Mute.
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