Las emociones
son un silencio muy lento,
vago compás que gira
conmoviendo el tiempo en que te amé.
Nítido y cercano
es el corazón
que sin aspavientos entregué.
Cariño grato
inevitable,
fiebre rupestre y humilde,
última página de unos ojos tristes.
El infinito fué mío
y de nadie más,
perfecta comunión
de un misterio eterno.
Repentina es la noche oscura
que no acaricia tu poesía,
todos hemos perdido
sin tu compañía.
Mi vida es un dolor agobiante
por el frío que recorre mis sueños,
aliento que se apaga
con el tiempo.
La cosas son una locura que sufre,
lecho frío que llueve
con cada lágrima de unos ojos
que no se cansan de pedir.
Marchita es la verdad
que se transforma en mentira,
era feliz
con la melancolía vieja.
Mi rostro
es una caricia adolorida,
rocío de un abismo adormecido.
Algo de mí
está sintiendo,
murmullos que fustigan
a su víctima.
Espérame sin la furia
de unos muros altos,
débil es mi cuerpo
en el delirio.
Todo me sabe a ti
en el instante,
en la lectura rota,
en la sinfonía incomparable.
El mundo entero me golpea,
destroza mi armadura
hasta el destrozo.
dónde estás,
labios tuyos
que me besaron.
Quiero verte dormida,
imaginando torrentes
de una distancia abstracta.
Ciego tocaré
los límites de cada palabra
que pronuncie tu nombre.
Bóveda celeste
que grita tu recuerdo,
no quiero partir.
Emociones que nunca olvidan,
duele,
si supiese cómo hacerlo,
no perdurará el vacío ante el miedo.
Antes de mí
en otro tiempo,
quien sabe lo que fui
sin tus silencios.
Él Mute.
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