un paraje somnoliento
en donde no existe la maldad.
Que ama arrebatar las horas a la noche
como si la madrugada fuera solo un privilegio
de la última hora en la que podré respirar.
Como conformarme con el frío
y quedarme varado con el último suspiro
de un domingo en una plaza más que desierta.
Como ignorar esas máscaras
que nunca sonrien
cuando la vida les zozobra.
No me bastará con actuar
lo suficientemente creíble ante los otros
para recordarles lo importante que es amar.
Nunca dejaré que la violencia de la noche
se acerque a mis recuerdos doblegando a mi mente
como un testigo mudo de lo que no pudo lograr.
Amo mi lúcida manera de poder olvidar
las impresiones de una vida
que nunca volveré a recordar.
Soy un vocero alegre que llega con el viento
un boceto incierto que siempre lleva consigo
el deseo de poder ganar.
Poesía
Miguel Adame Vázquez.
22/11/2017.
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