Que me llamen,
si he de morir
que sea de silencio.
Si he de llorar
porque te quiero tanto,
que cada gota sea de verdad.
A veces lo decimos todo,
lo que amamos
lo que odiamos.
Sollozan las palabras
abrazan a la noche,
no tengo una flor que amar.
Yo te llevaría
a dónde me pusieron nombre,
no me arrepiento de amar.
Haberte querido tanto
con el fragor de esas mil batallas
dónde no siempre se gana.
Amoroso es salir del aire
sentado en la vergüenza
de haber soñado tanto.
Sintiendo la tristeza
de una sonrisa ausente,
sabiendo que fui ingenuo.
A veces la justicia se tiñe los dientes,
somos vagabundos
de nuestras propias decisiones.
Que me llame al paredón,
seré triste
cómo un nardo pérdido.
No lo negaré todo,
que valga la pena
estar enamorado sin fin.
No se muere uno de amor,
amanece el resplandor
ante la sombra tardía.
El aliento respira herido,
duele cada tarde que llueve
y no se lleva el suplicio de amor.
No todas las batallas son tuyas
tampoco todas las noches sin estrellas,
quiero el verso que perdí.
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