Quisiera entenderlos,
dar tregua
enfocar mi propio silencio.
He luchado mucho
por mi propia humanidad
bajo la penuria de tantos atardeceres.
Quisiera entender su codiciada,
son débiles en su fortaleza
y ambición desmedida.
¿Qué tengo más que mi sombra?
estoy seguro de mi vida
pero no de mi muerte que les estorba.
Yo soy cualquiera que ama
el latido de un mañana,
que con lentitud aprende
a esperar su propio tiempo.
Que admiro una tarde
que se resbala por los árboles
dejándonos su hermoso fruto.
Este verano es cruel en celosía,
el mundo sigue pasando
impreciso, inmediato.
Innumerable es su pobreza
de su propio confín,
impermeable a su propia mirada.
Encubierta y olvidada,
ajena a sus ásperas hazañas,
sin lograr atardecer
en su eterna sombría.
El mundo tiene ídolos y reinos
pero yo tengo estrellas,
veo con asombro las palomas
que sin pena ni gloria revolotean.
Admiro la firmeza de una noche
que es buena compañera,
los versos la desgarran
la costumbre es altivamente insaciada.
Quisiera entenderlos,
ya es tarde
no me alcanza la mañana.
Prefiero amarme en el infinito
de las numerosas palabras,
en eso aún nadie se ufana.
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