Yo también sospecho
que los deseos
no hay que enterrarlos nunca.
No deben morir las sonrisas,
no importa
que el cubrebocas nos nuble la vista.
Que el paraíso
sea un crepúsculo,
que amanezca el asombro
soñando que es todo.
Volemos a las horas
de nuestro encuentro,
donde puedo con mis manos
tocarte a distancia.
La pandemia no deja
sublevar tirante la rienda,
nos tenemos que conformar con poco
mirarnos por zoom a tientas.
Yo también sospecho
que la vida muere encerrada
si salimos seremos presa fácil,
un recuerdo en una caja negra dorada.
Yo solo quiero ser víctima
de tus abrazos y bosques,
enfermo de amor no quiero
ser de la muerte cosecha.
Te extraño a raudales
cómo si fueras agua fresca,
quiero verte de nuevo
verso de mis selvas eternas.
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