La vida es áspera en el reclamo
de una juventud que se marchita.
La vida es desleal con los años
que se acumulan en un sucio laberinto
sin ventanas o puertas.
La vida es un muro desolado
que se abre con el horror de mis fracasos
esos que se han quedado abandonados con el dolor.
La vida es un pasado sin cenizas,
en donde no hay un cuerpo
que contemple el olvido de un amor.
La vida es un sin fin de tierras mojadas,
en donde solo hay miseria que llora
con la furia que desgasta sin razón.
La vida es una cicatriz que permanece atada
al ruido que golpea a tu olvido.
La vida es más que solo caricias prófugas
que no se saben estar en paz.
La vida trae una lluvia con su semblante de agua
repiqueteando en las ventanas signos indescifrables.
La vida trae un invierno
donde suelen caminar los desamores.
La vida nos obliga a acicalarla
con objetos que embellecen las esperas:
colmando con versos y soledades
las noches sin claros de luna.
La vida es un breve transcurso
donde acontece lo inexplicable
y en la vastedad advertida
el disparatado universo
se guarece en el gesto,
en un insecto
o en lo ficticio de un firmamento sin aves.
La vida un eterno ocaso
que danza
en las bañadas pestañas del poeta
secuestrando sensaciones.
La vida es así.
La vida (@MiguelAdame y @Canet)
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