Camino en silencio,
el aire llora mis oraciones mudas,
murmura el pensamiento
con la memoria perdida.
Lágrimas solitarias
orgullosas,
resueltas,
erizadas al cuerpo vencido.
Labios que se escapan a la burla
a la ausencia más antigua,
a los sueños que desahogan la ansiedad
que desgajan el clamor de la noche.
Ha crecido la marea
las olas revientan la oscuridad,
fraguan los bordes de un precipicio.
Rostro dormido al filo del dolor
levanta la vista a los aluviones,
el cariño es testarudo cuando amanece,
frívolo conservo mi taza de café.
Doméstico,
voy sembrando
pequeñas ilusiones,
minucias,
seduciendo a mi esperanza.
Derramando vida
a cada milímetro,
con cada pena que escondo
en los huesos.
Cruzando abismos
que se esfuman
como si no pasara nada,
nerviosos.
Pesadumbre,
difícil compasión,
mi batalla tiene una costumbre
muy erguida.
Conmigo,
el asombro se redime en cada historia,
con cada frase infatigable
con cada vértigo vacío.
Que la mirada
sea capaz de cualquier cosa,
que sucumba a dar la cara con cariño.
Haciendo preguntas
que prefieren salvarse,
saliendo de los mismos agujeros,
olvidando el careo
con el rumor que marchita.
Entonces,
seremos un testimonio,
escucha,
es la historia con sus emociones,
es gratuita,vívela.
Que la guirnalda perfume
la lástima fingida,
anímate,
la derrota tiene cura.
Nos irá lloviendo
con el pánico en duelo,
llenando amaneceres
en cada partida.
Aun así,
caminaré en silencio
sin mis frases mudas.
Maquinista Mute.
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