Clamores,
imaginando el despojo,
manos desnudas
que extrañan la noche.
La luna está encerrada
en muchos dolores,
el grito infecta la lucidez
amarga la delicia de no estar muerto.
El alba es caprichosa
ha envejecido,
el siglo es un largo día
de días invisibles.
Enloquecidos
hospicio de amor,
el aliento es vagabundo
en unas mandíbulas que tiemblan.
Esta noche el silencio
será solitario,
inmune,
impecable.
Los perros tejen un camino
a donde quiera,
entretejidos a sus instintos,
suntuosos y lentos.
Flores silvestres,
la noche desata
tímidas reflexiones
de unos ojos embusteros.
El exilio es confuso
cuando tiene hambre,
lenguaje secreto
que le cuesta levantarse con el viento.
Fija la mirada más despacio
olvida los golpes,
espera que tus ojos
sean agua viva que bebe.
Cómo un poema a tropel
que canta hasta desgastarse,
soñando con la tierra insomne,
tarareando la última canción del universo.
Es terrible la risa
cuando no es acogida,
el agua tibia da vómito
brilla el umbral de la absolución
en el que vives.
Vive apócrifa, pero vive,
un día a la vez,
la danza será un soplo de vida,
borraremos la memoria si es necesario.
Maquinista Mute.
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