He guardado flores
con la esperanza
que abandones el invierno.
Flores que extrañan
la ausencia de una mirada,
esas que tienen miedo
de hacerse un fruto marchito.
Flores de un jardín en el crepúsculo,
no respiren el polen de la soberbia
y la idiotez humana.
Que desde su tallo construyan
el follaje de tu presencia,
abejas que absorben
el néctar de tu silencio.
Que las mariposas vuelen gloriosas,
agónicas sin el dolor
que suspende el tiempo.
Espiga de un pensamiento
huye a la colina y sus pastizales,
que seas más que un abismo
que se incendia con las mentiras.
Quiero tocar tu boca
con un lirio blanco,
con la misericordia del agua dulce
que circula en su calma.
Pétalos de rosas,
sálvame de la infamia de estar en duelo,
hazme vivir,
amando cada palabra que descifra
la melancolía de un sufrimiento.
Benditos son los ríos
que beben sin infinito,
que obligan a escribir
un millón de flores.
Que amen a los poemas vivos
en sus vastos jardines de dicha,
enamorando a los años
que están perdidos en su desolación.
Cúbrelo de pétalos
pues está desnudo,
ávido de un insomnio
que consume a su cuerpo.
Ha guardado flores
con la esperanza
de que no seas invisible.
Devela sus secretos en un instante,
hazlo latir con cada brote que ha nacido.
Tulipán bendito,
abandona el invierno,
la tierra tiene una rosa nocturna
que florece solo para ti.
Maquinista Mute.
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