Tus ojos saben
que la guerra está asustada,
no quieren morir
en la fantasía de un final feliz.
Comprobando la lucidez de un poema
amando en voz alta,
con el tiempo
escuchando recuerdos.
Secando el dolor
antes que nos consuma a nosotros,
conmovidos pero no vencidos
sintiendo amor.
Tus ojos
tienen un vacío desolado,
respiran esperanza
recorriendo su anhelo.
Radiante es la verdad
que palpita el orgullo de seguir,
implorando a la muerte
para que no sea un recuerdo.
Fundidos en la resistencia
de una bolsa de celofan,
que no tiene miedo al calor
de un bello regalo.
Sosteniendo cada lágrima
en esas ojeras de niño,
refugiando a la noche
en un abrazo fugaz.
Todo tienen remedio
menos el resentimiento,
ese que se enreda
en la maleza de un corazón
que intenta huir.
Dame la mano,
si he de morir
que sea sembrando estrellas.
Evocando a primaveras
en el amor verdadero,
con la esencia sin miedo
y el aliento en un milagro.
Escuchando a la vida
que patalea como un renacuajo
fuera de un charco.
Sentado a la orilla de un río,
salpicando el agua tibia
que ebullece el instante
que amanece despacio.
Tus ojos lo saben.
Maquinista Mute.
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